martes, 8 de enero de 2013

EL ESTRÉS: MUY ACTUAL, MUY NUESTRO, NADA BUENO.


El estrés, el arte de amargarse la vida, es entendido como la reacción interna que se desata en nosotros producto de un desequilibrio entre las demandas externas y las posibilidades de afrontamiento que nosotros mismos pensamos que poseemos. Se podría decir que es imposible vivir sin algún tipo de estrés, ya que en pequeñas y controladas dosis resulta estimulante para algunas personas y en general motiva al logro. Sin embargo, cuando este estrés se convierte en excesivo o no se controla adecuadamente, puede ocasionar problemas de salud. 


Además, debemos tener en cuenta que los acontecimientos estresantes no son exclusivamente sucesos negativos, como tener problemas de pareja o laborales, sino que también pueden ocasionar estrés ciertos sucesos positivos, como una boda, comprar una casa o tener un hijo. No obstante, hay que subrayar que lo que resulta estresante para una persona puede no serlo para otra. Por ejemplo, algunas personas disfrutan hablando en público mientras que otras se sienten tremendamente ansiosas, otras viven los cambios como algo emocionante mientras otras lo viven como un suceso altamente estresante.



Este estrés excesivo nos puede provocar ciertos síntomas psíquicos y/o físicos. Entre los primeros podemos destacar tensión, irritabilidad, problemas de concentración, cansancio excesivo, problemas de sueño, preocupación o tristeza; mientras que, por su parte, los síntomas físicos pueden manifestarse en un aumento de la frecuencia cardiaca, boca seca, malestar estomacal, deseo frecuente de orinar, palmas de las manos sudorosas, dolor de espalda, tensión muscular que puede causar contracturas y dolor, mareos o problemas para respirar entre otros muchos.

Por ello, es muy importante que seamos capaces de detectar y manejar la gran variedad de situaciones estresantes a las que nos enfrentamos casi a  diario. Para hacernos una idea de lo presente que está en nosotros, aunque a veces no nos demos cuenta, vamos a citar algunos datos de interés:
·         El 43% de las personas adultas sufren efectos adversos en su salud ocasionados por el estrés.
·         En torno al 75% de las visitas al médico se deben a enfermedades relacionadas directamente en su origen con el estrés.
·         El estrés está relacionado con las principales causas de muerte: enfermedad  cardíaca, cáncer, enfermedades del aparato respiratorio, accidentes, cirrosis hepática y suicidio.

Además, y de cara a facilitar su identificación, debemos subrayar la existencia de diferentes tipos de estrés, entre los que podemos destacar el Estrés Agudo y el Estrés Crónico.

El estrés agudo es aquél que experimentamos de una manera más habitual. Situaciones que nos implican demasiado trabajo, demasiados compromisos y demasiadas cosas por hacer, etc. motivan este tipo de estrés. Las personas que lo sufren suelen mostrarse como personas que parecen tener siempre prisa y sus vidas pueden resultan desordenadas y caóticas. A consecuencia es habitual que estas personas se muestren irritables, ansiosas y tensas, llegando a veces a la hostilidad por su alto nivel de irritabilidad.

Una forma especial de estrés agudo, más sostenido en el tiempo y más inespecífico en su origen, es aquél que padecen aquellas personas que se preocupan por casi todo y ven amenazas por todas partes constantemente están pensando en las cosas malas que podrían pasarles a ellos o a sus seres queridos y suelen estar tensos, ansiosos y tienen gran tendencia a deprimirse. Este tipo de estrés, debido a la sobreactivación que conlleva, produce síntomas del tipo dolor de cabeza constante, tensión muscular, hipertensión, migrañas, dolores en el pecho y enfermedad cardíaca
El segundo tipo de estrés es el crónico, que es aquél que se genera cuando una persona se encuentra en una situación muy estresante de manera prolongada, como violencia doméstica, situación de pobreza, familia disfuncional o verse atrapado en un trabajo que la persona desprecia. Este tipo de estrés se genera cuando la persona no encuentra el modo de salir de la situación desagradable, es la sensación de que la situación no parece acabar nunca, así que, con frecuencia, se ven sin esperanza, dejan de buscar soluciones y se rinden.
El estrés crónico es muy peligroso, puede llevar al suicido, desencadenar violencia, ataques cardíacos y puede que incluso cáncer. Los recursos físicos y psicológicos se agotan y esta persona se viene abajo.
Pero, ¿qué podemos hacer ante algo tan común y habitual que día a día vamos acumulando? Para manejar el estrés la Psicología nos ofrece una serie de técnicas  de intervención (técnicas de relajación, solución de problemas, reestructuración cognitiva…) orientadas de manera directa a superar todos aquellos síntomas negativos (físicos, cognitivos y emocionales) que el estrés nos origina, así como mecanismos dirigidos a enseñarnos pautas de afrontamiento más efectivas ante este tipo de situaciones.
Por último, consideramos relevante acabar diciendo que lo peor del estrés es que la gente se acostumbra a él y se olvida de que está en una situación dañina. A veces, se han acostumbrado de tal forma que lo encuentran familiar y se sienten desconcertados en una situación no estresante. Por eso es muy importante trabajar para que seamos capaces de detectarlo y paliar sus efectos dañinos cuánto antes.


Director de Centro Ágora

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